Paul Gauguin es conocido por sus vibrantes pinturas de los paraísos tropicales y su turbulenta amistad con Vincent van Gogh. Pero lo que muchos no saben es que antes de ser el "salvaje" del arte, vivió una vida sorprendentemente diferente. Este genio artístico no siempre fue un pintor bohemio; su carrera comenzó en las aguas del océano y en el frío mundo de las finanzas. El  libro "Wild Thing: A Life of Paul Gauguin", de Sue Prideaux, analiza la vida y la obra de Gauguin.

De marinero a corredor de bolsa

A los 17 años, Gauguin se embarcó como marinero, una decisión que lo llevó a conocer el mundo y a experimentar culturas muy diferentes. Esta etapa de su vida le dio una perspectiva única, alimentando su fascinación por lo exótico, un tema que marcaría su carrera artística más adelante. Pero después de sus años en el mar, el joven Gauguin decidió establecerse en París, donde consiguió un trabajo más "convencional": corredor de bolsa. 

En poco tiempo, Gauguin prosperó en el mundo financiero. Vivía una vida cómoda, tenía una familia y una carrera exitosa. ¿Quién podría imaginar que el mismo hombre que más tarde pintaría coloridas escenas de la Polinesia era una vez un respetado corredor en la agitada Bolsa de París?

El giro inesperado

En 1882, la bolsa de valores colapsó y con ello, la estabilidad financiera de Gauguin. Fue en ese momento cuando tomó una de las decisiones más radicales de su vida: abandonar la seguridad de su carrera y dedicarse por completo al arte. Hasta entonces, la pintura había sido solo un hobby que practicaba los fines de semana, inspirado por su amigo Camille Pissarro y otros impresionistas. Pero ahora, Gauguin dejó atrás la vida de oficina para adentrarse de lleno en el mundo artístico, un camino incierto pero lleno de pasión.

Una amistad explosiva con Van Gogh

Uno de los episodios más curiosos de la vida de Gauguin fue su intensa y breve convivencia con Vincent van Gogh en Arles, en el sur de Francia. Durante un tiempo, estos dos gigantes del arte vivieron juntos, compartiendo ideas y pintando. Pero la convivencia no fue fácil. **Después de una discusión acalorada, Van Gogh sufrió una crisis nerviosa y, en un acto de desesperación, se cortó la oreja y la "regaló" a Gauguin.** Esta extraña y trágica anécdota refleja la tensión emocional que ambos vivían, y que marcaría sus carreras para siempre.

El "salvaje" en Tahití

Buscando escapar de las convenciones occidentales, Gauguin dejó Europa para irse a Tahití en 1891, con la esperanza de encontrar una vida más pura y cercana a la naturaleza. En este exótico paraíso, se dedicó a pintar y a explorar nuevas formas artísticas. Pero su vida allí no estuvo exenta de controversias. **Gauguin convivía con mujeres jóvenes, algunas apenas adolescentes, lo que hoy en día ha generado debates éticos sobre su comportamiento y el colonialismo inherente a su vida en Tahití.**

A pesar de las dificultades, fue en Tahití donde creó algunas de sus obras más icónicas, marcadas por colores intensos y composiciones simbólicas que buscaban representar un mundo idealizado.

La tragedia final

Los últimos años de Gauguin no fueron fáciles. Sufría de sífilis y se volvió adicto a la morfina, lo que, irónicamente, lo ató aún más a las mismas medicinas occidentales de las que intentaba escapar. Murió en 1903, a los 54 años, dejando un legado artístico inmenso, pero también muchas preguntas sin resolver sobre su vida personal.

Paul Gauguin fue un hombre lleno de contradicciones: un artista que buscaba lo salvaje pero que dependía de la civilización para sobrevivir, un visionario que rompió las reglas del arte pero cuya vida personal sigue generando controversia. 

¿Podemos separar el arte del artista? ¿Hasta qué punto deberíamos considerar las decisiones personales de un creador al evaluar su obra?

Referencia: Prideaux, Sue. "Wild Thing: A Life of Paul Gauguin." Faber, 2023.